Declaración de Intenciones

Tras varios intentos fallidos y gracias a una noche de insomnio, tengo el firme propósito de alimentar este blog con esas cosas que van ocurriendo mientras vamos al lado del camino

sábado, 26 de junio de 2010

Me lo contó un pajarito


Ricky Martin, Twitter y la compulsión por la noticia

Uno se da cuenta del poder mediático que tiene una figura del mundo del espectáculo cuando sucede algo como lo que vivimos con la declaración que Ricky Martín hiciera desde su página web y para el mundo mundial hace un par de semanas. No les explico porque ya todos lo saben, pero más que el hecho en sí, que me parece perfectamente respetable, me interesa el efecto causado. Ojo, que no estoy utilizando este foro para decir que me parece maravilloso ser homosexual o que voy a emprender una cruzada para que cada día más personas salgan del closet. No, sólo estoy diciendo que si hay algo que jamás podrá separarme de ser humano alguno es su tendencia sexual, para mí es una cuestión de elección como que a mí me gusta el chocolate blanco y a María no, todas las demás consideraciones con respecto a la homosexualidad me tienen sin cuidado.

Lo que llama mi atención en este caso en particular es el valor que otorgamos a los juicios y opiniones de estos personajes públicos, que muchas veces va más allá de la lógica admiración y llega a ser una verdadera alienación. Si su hijo de 11 años decide que él también va a ser homosexual porque su ídolo es el Sr. Martin no es culpa del astro del “pasito pa’ lante” sino obra de la naturaleza o de la divina providencia. Es cierto que ser una figura pública requiere una toma de conciencia por parte del personaje e implica un grado de responsabilidad importante, pero tampoco es que Ricky Martin sea teólogo, sacerdote de alguna religión o representante inequívoco de algún poder moral. Él es simplemente un ser humano, que además es una estrella pop que decidió dejar de esconderse y declarar abiertamente su gusto por las personas de su mismo sexo, eso fue todo.

El concepto de “ser famoso” ha ido minando todas las esferas de lo que somos como sociedad, desdibujando muchas veces el concepto de que para ser reconocido hay que prepararse, estudiar, inventar algo novedoso o destacarse especialmente en algún oficio. Se supone que para que mi opinión sea calificada y por ende digna de ser tomada en cuenta a nivel masivo, debo llevar tras mis espaldas un currículo que avale mi experticia, al menos eso se supone. Hoy en día cualquier actor o artista pop sale declarando en la tele o escribe en su Twitter sobre la inminente posibilidad de una catástrofe nuclear y se produce una conmoción que detiene el mundo. Por más buen actor que sea tal o cual personaje o por más guapo que se llegue a ser, mi pregunta es, ¿Es ese personaje un vocero calificado como para tomar en cuenta su opinión a pies juntillas sin antes averiguar en profundidad? Todos tenemos derecho a opinar, claro que sí, pero eso no significa que lo que estemos diciendo sea una verdad sagrada.

Creo entonces que debemos preguntarnos dos veces el porque de la trascendencia que le damos a todos eso mensajes que día a día inundan Internet y que en un alto porcentaje están llenos de exageraciones e incluso hasta informaciones falsas. El fenómeno que durante los últimos meses se ha desatado con el Twitter en Venezuela es ejemplo claro de ello. Parece que frase escrita en Twitter es Santa Palabra y se convierte en minutos en titular de periódico. ¿Cuántas veces no han matado en ese Twitter a artistas venezolanos? Accidentes, enfermedades terminales, ébola y cuanto virus raro Dios creó es herramienta perfecta para generar un tweet noticioso. El frenesí por tener más seguidores es un fenómeno que honestamente no logro comprender. ¿Será que cuando uno llega a un cierto número de seguidores se gana un premio, un carro, un viaje a Nueva York? Sin duda, descontando la opción de escribir cosas inteligentes y de interés colectivo, la forma más fácil de aumentar la cuota de seguidores es crear notas polémicas y si tienen carácter de chisme pues tanto mejor. Yo tengo una norma, si lo leo en Twitter no lo comento hasta que no lo confirme y lo reconfirme, por si las dudas.

Sólo le advierto a Ricky que esto apenas comienza, ya arrancaron las declaraciones en los Programas del Corazón donde personajes casi olvidados recuerdan que en algún momento de la historia, por allá en los trémulos 80’s, lo vieron salir de un baño con un bigote guindando de la solapa. Ahora surgirán cualquier cantidad de rumores que colmarán no digo yo Twitter, los medios en su completa dimensión. Seguirán con videos íntimos donde nos mostrarán la vida, pasión y tamaño de los atributos del astro. Lo normal en estos caso, ya lo hemos visto antes lo que pasa que ahora nos llega desde cualquier fuente directamente a nuestro celular por obra y trabajo de un pajarito.


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