Declaración de Intenciones

Tras varios intentos fallidos y gracias a una noche de insomnio, tengo el firme propósito de alimentar este blog con esas cosas que van ocurriendo mientras vamos al lado del camino

domingo, 27 de junio de 2010

Una noche de pandillas e historias de otros tiempos


Siempre he pensado que criticar una obra de arte, ya sea pictórica, escénica o narrativa es un compromiso infinito y por eso nunca he tenido el valor de hacerlo. No me reconozco experta en ninguna materia como para tener la propiedad de juzgar con argumentos firmes la creación de otro.


Por eso esto es más una reseña, una crónica de un evento que sin duda habré de recordar por mucho tiempo.


Como algunos de nosotros cuando era niña vi “West Side Story la película” unas 37 veces y luego por esas cosas de la vida he tenido la oportunidad de escuchar la "Suite de las Danzas Sinfónicas" extraídas del musical otras 57… y por favor, no me pregunten cuantas veces he escuchado el “Mambo”. Pero es ahora, muchos años después de la primera vez que me emocioné escuchando “América” y "Somewhere" que tengo la oportunidad de vivir la experiencia tal y como fue concebida: en Broadway, con bailarines, cantantes, actores, y luces y vestuario y escenografía…. y créanme hace la diferencia.


Lo verdaderamente genial de West Side Story es que representa una época y hay que remontarse a ese lugar hace más de cincuenta años para poder apreciarla en su verdadero esplendor. Si el espectador trata de analizar esta obra con el criterio del cine y teatro contemporáneo o a través de la mirada de la generación 2.0 donde todo está escrito, dicho y expuesto a través de los medios, probablemente le parecerá lenta, tendrá esa sensación que tienen los adolescentes de hoy en día cuando ven una película en blanco y negro: que le hace falta algo, pero como todo en la vida, no siempre podemos dejarnos llevar por las primeras impresiones.


West Side Story es un ícono cultural no sólo porque marcó claramente a una generación sino porque implica la conjunción de 4 maravillosos talentos del siglo 20. Empecemos por nombrar a Leonard Bernstein, creador de la partitura, una obra maestra que incluso ha traspasado las fronteras de Broadway y se ha incorporado como repertorio de muchas de las grandes Orquestas del planeta, las letras, dignas de esa partitura magistral, escritas por Stephen Sondheim, Jerome Robbins con su coreografía impecable y vistosa , encargado de poner en movimiento todas las emociones plasmada en aquella historia que escribió Arthur Laurents con el compromiso de adaptar al NY de los años 50 nada más y nada menos que la más grande historia de amor jamás contada: Romeo y Julieta. Cabe destacar que es el mismo Arthur Laurents – que pronto cumplirá 92 años- el encargado de la dirección de este nuevo montaje del aclamado musical.

Amor y odio confluyen, una vez más, para contar una historia que a primera vista luce anacrónica, pero si se piensa con detalle, podría estar sucediéndose ahora mismo, en cualquier calle del medio oriente, o incluso en los barrios de algunas de nuestras ciudades. En los tiempos que corren a veces cuesta trabajo creer que haya gente capaz de “morir por amor”, hoy parece que las emociones que nos unen son mucho más superficiales y pasajeras, pero yo que soy una romántica empedernida tengo ganas de creerme la historia de pies a cabeza.


Lo cierto es que uno como audiencia se acerca a West Side Story con la conciencia de que lo que está a punto de ver es uno de esos clásicos que a pesar del tiempo seguirán vigentes, como cuando una tarde de domingo decide uno rentar “Casablanca” o “8 1/2”. Hace unos días comentaba justamente con un amigo que acabo de comprar una versión especial de “Lo que el viento se llevo” que es una de mis películas preferidas, yo crecí amando desesperadamente a Rhett Buttler y preguntándome porque Scarlett O’ Hara no terminaba de darse cuenta que ese era el hombre que la iba a amar hasta el final de los tiempos, después uno entiende porque. La compré hace un mes y no he tenido el valor de verla, aún no sé si prefiero quedarme con el recuerdo, con las sensaciones que viven en mi memoria de niña de 10 años, porque lo peor que podría pasarme es sentir que la pátina inexorable del tiempo me ha robado la inocencia para apreciarla en toda su magnitud.


Entré al Palace Theatre aquella noche de Mayo con este mismo temor, pero en lo que sonaron los primeros acordes me sentí transportada al Upper West Side más “Shark” que nadie en el mundo. Lo primero que se puede notar en la producción es el esfuerzo para ensamblar un cast de alto nivel, todos los bailarines que componen ambas bandas los “Jets” que vienen a ser algo así como los Montesco y los “Sharks” que son la versión puertorriqueña de los Capuleto, son maravillosos.

El diseño de iluminación es genial y la escenografía típica de Broadway, pocos elementos magistralmente empleados, debo confesar que no deliré especialmente con el vestuario, pero tampoco es algo que me haya quitado el sueño


A medida que avanza el show se van presentando los personajes Riff y Bernardo, jefes de las bandas que luchan por el liderazgo callejero, Anita, la novia guapachosa de Bernardo y por supuesto María y Tony, estos dos personajes que no tienen ni idea de lo que está a punto de desatarse en medio de ese amor a primera vista.


Destaca especialmente Josefina Scaglione como “María” que se me antoja perfecta para el personaje, una argentina muy menuda y hermosa como pocas cosas sobre la tierra, con una voz dulce y un excelente dominio de la variedad de registros que requiere su rol. Además está la historia de cómo llegó a ser la protagonista del show: los productores tras buscar incansablemente a la “María” perfecta encontraron a está chica a través de youtube y así llegó de Buenos Aires a NY a vivir uno de esos cuentos de hadas que casi nadie creería. Matthew Hydzik “Tony”, también excelente, con el tipo perfecto para ser ese príncipe azul que cualquier joven soñaría, tal vez me hizo falta una voz más potente como aquella emblemática grabación donde “Tony” era José Carreras. Natalie Cortez es “Anita” una excelente bailarina y perfecta para el rol de mujer fuerte, de esas que hicieron falta por montones para construir familias de inmigrantes. John Arthur Greene “Riff”, genial en las peleas, con una energía poderosa con la que supo comunicar perfectamente la rabia contenida del personaje.


Pero por supuesto que uno como venezolano entra a ese teatro con la bandera enarbolada de un extremo al otro del pecho (yo la ondearía en físico feliz, pero da como pena con los vecinos de asiento) porque el hecho de que un chico venezolano, hijo de dos leyendas de la danza en Venezuela (Anita Vivas y Antonio Drija) sea uno de los protagonistas de West Side Story en Broadway es una de esas cosas que te enorgullecen como si uno hubiese crecido jugando “El Escondite” con ese ser.


Conozco a un par de personas cercanas al espectáculo (una de ellas Jaime Bernstein, hija del compositor) que me habían comentado que George Akram -el compatriota en cuestión, que además yo no conocía- era el Bernardo perfecto, llegando incluso a decir que cada vez que entraba a escena era difícil quitarle los ojos de encima. Uno henchido de orgullo por la magnitud de los personajes y los argumentos que esgrimen, nunca sabía muy bien si se trataba de una gentileza o si la cosa era en serio. Así que uno duda, hasta que llega al teatro se sienta, blackout, telón, y gentes que bailan mientras uno empieza a mover la cabeza al ritmo de la música (siempre con ganas de estar sobre el escenario) así, casi sin darte cuenta te percatas de que no sé puede apartar la mirada del chico que es igualito a Antonio y lleva traje morado…Tenían razón!


Lo cierto, es que fue una verdadera fortuna tener la oportunidad de experimentar West Side Story en su máxima expresión. La recomiendo ampliamente, si usted es de los que se acuerda de la película o nunca a escuchado hablar de ella o incluso si es de los que cada vez que termina un concierto de Dudamel grita “Mambo, Mambo”. Estoy segura de que muchas lunas newyorkinas seguirán vibrando al ritmo de estas dos pandillas y su “rumble”

5 comentarios:

Adriana dijo...

Muy bien contado, me encanta que hayas "reestrenado" este espacio. Yo soy también adicta a criticar-redisfrutar las obras de arte. Si te pasas por mi espacio te daras cuenta de que tengo especial predileccion por John Adams.

Vilma Sanchez A. dijo...

Bellísimo comentario Elo, muy claro y detallado, de esta puesta en escena de una de las mejores películas del cine.

esmilodonte dijo...

epale!! que buena y bonita labor haces, por casualidad hay esperanzas de traer el festival a la isla de margarita?!..
un saludo bien grande!

Peace & be nice

esmilodonte dijo...

P.D: www.esmilodonte.tk

Elda dijo...

Conoces esta Web?
http://www.blogacine.com/
Saludos!!