Declaración de Intenciones

Tras varios intentos fallidos y gracias a una noche de insomnio, tengo el firme propósito de alimentar este blog con esas cosas que van ocurriendo mientras vamos al lado del camino

sábado, 26 de junio de 2010

!Este es mi año!

De las promesas de año nuevo y su incumplimiento

Empieza el año y con él la lista interminable de propósitos para los meses por venir. Uno se sienta lápiz y papel en mano con todo el ímpetu que implica el comienzo de una empresa y se instala a redactar aquel inventario de maravillas que uno está seguro llevará a feliz puerto, no te digo en un año, sino en el primer trimestre.

No es que esté en contra de los propósitos de año nuevo, al contrario escribo los míos cada año para luego incumplirlos cabalmente, lo que me parece gracioso es que sea condición sine qua non que casi siempre impliquen actividades absolutamente imposibles de cumplir, es como si el saboteo comienza en el instante mismo en el que uno se propone cada misión.

Los proyectos de nuevo año en cuestión comprenden cualquier cosa que el ser humano sea capaz de proponerse en la vida, desde el clásico adelgazar 8 kilos en un mes o dejar el cigarro para siempre, hasta asuntos ya un poco más extravagantes como subir al Everest, dirigir una película o ganar un Oscar, logros de esos sencillos que no requieren mayor preparación y que siendo realistas cualquier hijo de vecina es capaz de alcanzar en 12 meses.

Por ejemplo, todos alguna vez en la vida, tras los desastre culinarios que deja el mes de Diciembre y al mirarnos objetivamente al espejo el 02 de Enero, hemos decidido empezar el año con buen pie y dar comienzo a la dieta el próximo lunes. La meta, cosa simple, 8 kilos menos para final de mes. La fórmula, una dieta a base de atún, lechuga y té verde que para el segundo día estaremos odiando y rompiendo, cometiendo pequeños “pecados” como comernos 3 crepes con arequipe y una hallaca que sobró del 31, por aquello de que botar la comida es pecado. Siendo sinceros, en Venezuela los primeros días de Enero se sienten como Diciembre aún, así que es mejor empezar el régimen el lunes 11, que ya se siente más como 2010. Así va uno de semana en semana y comenzando la dieta cada lunes para dejarla cada miércoles por la mañana. Al llegar a Marzo uno se resigna y se auto convence de que a los hombres venezolanos le gustan más bien las chicas con curvas y que después de todo uno no está tan mal, tiene que haber un poco de carne de donde agarrar.

Y así va uno de propósito en propósito, intentando con vehemencia, pero siempre fallando. Deja uno de fumar, para retomarlo a la semana y media con ese alegato tan nuestro que reza: “De algo hay que morirse”. La gente ya un poco más atrevida coloca de número uno en sus prioridades de Año cosas extravagantes como subir al Everest, porque leyeron en alguna revista Dominical que escalar es un acto de voluntad, que cualquiera puede hacerlo y que lo que hace falta es entrenamiento. Así que llega el primer Domingo de Enero y el sujeto en cuestión desenfunda los únicos zapatos medio deportivos que tiene, que por supuesto tienen la suela lisa y se va con su carro hasta la base del Ávila para enfrentarse cara a cara al sultán de Caracas. Así comienza el “entrenamiento” que llevará a este pobre incauto a la cima más alta del mundo y que por supuesto cesará ese mismo día cuando este personaje que considera el “Guitar Hero” un deporte de alto impacto, se de cuenta que lo del Everest como que no está hecho para él.

Tan de moda está el Twitter y el Facebook que más de uno publica su lista de aspiraciones para que el mundo se entere y así hacer del escarnio una cosa colectiva. Hace un par de días leí un mensaje en el Twitter que decía “Este es mi Año” y otro un poco más efusivo que le gritaba al mundo “2010 soy toda tuya” y entonces yo digo ¿con quién hay que hablar para que esa certeza sea mía el año que viene? ¿A quién tengo que explicarle que para 2011 yo la llevo parada?


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